María del Carmen Miranda Araque, cariñosamente conocida como Madre Caridad, nació el 5 de septiembre de 1914 en el hermoso pueblo de Sopetrán, Antioquia. Sus padres, Eloísa Araque y Pancracio Miranda, le brindaron un cálido hogar junto a sus hermanos, María Dolores, Eleuterio, Francisco Antonio y Margarita, donde creció rodeada de amor y valores fundamentales.
Desde temprana edad, María del Carmen demostró un profundo compromiso con su fe. El 13 de septiembre de 1914, recibió el sacramento del Bautismo, y en una fecha tan temprana como el 16 de julio de 1921, Monseñor Miguel Ángel Builes le otorgó los sacramentos de la Primera Comunión y la Confirmación.
A los 25 años, María del Carmen entró en la Congregación, donde su devoción y compromiso religioso la llevaron a emitir sus primeros votos religiosos el 15 de junio de 1946, adoptando el nombre de Caridad. Madre Caridad se destacó por su humildad, generosidad y su capacidad de entregar su vida sin reservas al servicio de los demás.
Fue como educadora en Carmen de Viboral, Antioquia, donde su vida tomaría un giro inesperado. Rosana Sánchez Pérez, su amiga, la invitó a cofundar una Comunidad Religiosa. En un principio, María del Carmen dudó, pero impulsada por la gracia del Espíritu Santo y conociendo las necesidades de su amiga, finalmente decidió unirse a la obra. Así, comenzó su compromiso con la evangelización como educadora, marcando el inicio de una colaboración que perduraría para siempre.
Madre Caridad fue un ejemplo viviente de virtudes que dejaron una huella imborrable en las hermanas de la Congregación. Su alegría constante, incluso en medio de las dificultades, inspiró a todos a encontrar gozo en la vida. Su humildad la llevó a reconocer sus cualidades como dones divinos, no como méritos propios. La generosidad de Madre Caridad no conoció límites, ya que no solo daba cosas, sino que se entregaba a sí misma sin reserva. Su limpieza interior, reflejada en su mirada y su sonrisa, revelaba la pureza de su corazón.
La esperanza que albergaba en su alma le permitía sentir a Dios siempre cerca, incluso en los momentos de oscuridad. Su paciencia inquebrantable la sostenía ante las adversidades, confiando en la voluntad de Dios. Madre Caridad vivió con fidelidad y puntualidad las reglas y la disciplina que caracterizaban el espíritu congregacional. Amaba la oración, la lectura, la música y las artes manuales.
Su compromiso misionero la llevó a servir como directora, superiora y catequista, difundiendo su profundo seguimiento a Jesucristo entre las comunidades locales y educativas. Fue testigo y partícipe en los momentos más significativos de la Congregación, ejerciendo como Superiora General durante 20 años, desde el 25 de mayo de 1966 hasta el 21 de junio de 1986.
María del Carmen Miranda Araque, Madre Caridad, vivió una vida luminosa de generosidad, devoción y servicio desinteresado. Su legado sigue vivo en la Comunidad, inspirando a todos a abrazar la fe, la humildad, la alegría y la caridad en sus vidas diarias.